

Se abre en Ginebra una nueva oportunidad para un tratado contra la contaminación plástica
Del océano al cuerpo humano, ¿comenzará el planeta a "desplastificarse" a orillas del lago de Ginebra? Representantes de unos 180 países se reúnen desde el martes en Suiza para una nueva y crucial ronda diplomática que ambiciona el primer tratado mundial para eliminar la contaminación plástica.
En un contexto de fuertes tensiones geopolíticas y comerciales, esta sesión adicional de diez días, denominada INC-5.2, fue convocada tras el fracaso en diciembre de la ronda celebrada en diciembre en Corea del Sur, presidida por el diplomático ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso.
Un grupo de países productores de petróleo bloqueó entonces cualquier avance, y hay mucho en juego.
Si no se hace nada, el consumo mundial de plástico podría triplicarse de aquí a 2060, según las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Además, la cantidad de residuos plásticos en el suelo y en los cursos de agua, desde las cimas de las montañas hasta los océanos, se duplicará en 2040, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que coordina las negociaciones de la ONU.
La situación es aun más dramática: el planeta produce actualmente 460 millones de toneladas de plástico al año, la mitad de las cuales son de un solo uso. Y recicla menos del 10% de los residuos plásticos.
Al descomponerse en micro y nanoplásticos que contaminan los ecosistemas, los polímeros penetran en la sangre y los órganos humanos, según estudios recientes.
Las consecuencias, aún desconocidas en gran medida para la salud de las generaciones actuales y futuras, son denunciadas por un grupo de unos 450 científicos de 65 países que siguen los debates.
- "Bosquejo" de tratado -
A pesar de la extrema complejidad de la negociación, que afecta a intereses antagónicos -productos químicos o desarrollo económico frente a medioambiente y salud-, "es muy posible salir de Ginebra con un tratado", declaró esta semana a la prensa la danesa Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
El ecuatoriano Valdivieso publicó tras el fracaso anterior en la ciudad surcoreana de Busan un proyecto de texto con más de 300 puntos de desacuerdo que deberán negociarse hasta el 14 de agosto, antes de llegar a un tratado.
Lo más difícil es incluir (o no) una limitación de la producción de plásticos nuevos, señala Saeed Hamid, miembro de una coalición que agrupa a 39 Estados insulares. Países petroleros como Arabia Saudí, Irán o Rusia no quieren ni oír hablar de esa posibilidad.
Otro punto espinoso es la elaboración de una lista de productos químicos considerados "problemáticos" para la salud o el medioambiente: los PFAS -conocidos como 'contaminantes denominados eternos'-, los disruptores endocrinos, los ftalatos y los bisfenoles, entre otros.
"Nadie quiere ver un INC-5.3, nadie. (...) Así que la vía de escape más probable es un bosquejo al que se le llamará tratado, pero que necesitará financiación, agallas y alma para ser realmente eficaz", dijo a la AFP Bjorn Beeler, director de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN), con sede en Suecia.
"El contexto es difícil", añadió una fuente diplomática bajo anonimato, "ya que no se puede descartar por completo lo que está sucediendo en otros ámbitos del multilateralismo, como el nuevo papel de Estados Unidos o los BRICS, que están trabajando para reorganizarse".
- Grupos de presión -
Estos retos "atraen mucho la atención de los países en desarrollo", ya sea porque son productores de plástico con un alto riesgo de impacto en su economía si se adopta el tratado o porque sufren la contaminación y exigen responsabilidades", subrayó la misma fuente.
En Niza, durante la conferencia de la ONU sobre los océanos en junio, 96 países, desde pequeños Estados insulares hasta Zimbabue, pasando por los 27 de la Unión Europea, México o Senegal, pidieron un tratado ambicioso que incluyera un objetivo de reducción de la producción y el consumo de plásticos.
"En esta negociación final, los gobiernos deben actuar en interés de las personas, no de los que contaminan", consideró Graham Forces, de Greenpeace, que denuncia la presencia masiva de grupos de presión de la industria de los combustibles fósiles al margen de las negociaciones.
T.Murphy--MP